Los años de la etapa soriana son muy intensos para el poeta, tanto en su vida personal como en su vida intelectual. Allí, Machado conoce al gran amor de su vida, Leonor Izquierdo, hija de los dueños de la pensión donde residía. En 1909, Antonio y Leonor contraen matrimonio tras un corto noviazgo. Dos años más tarde, Machado obtiene una beca del Gobierno para ampliar sus estudios de lengua francesa, y se traslada a París junto a su esposa. Asiste en el College de France a las clases de filosofía de Henri Bergson, cuya concepción del tiempo le influye definitivamente. En este viaje también entra en contacto con otros intelectuales como Oscar Wilde y Pío Baroja.
Durante la estancia en París, Leonor enferma de tuberculosis y la pareja regresa a Soria. El poeta confía en la recuperación de su esposa esperando una especie de milagro, y así lo plasma en poemas como "A un olmo seco", pero un año más tarde, tras la publicación de Campos de Castilla Leonor fallece de un colapso cardiaco mortal debido al avanzado estado de su enfermedad.
La muerte de Leonor lo deja personalmente abatido hasta el punto de plantearse el suicidio. En los poemas dedicados a Leonor es notable una total desesperanza y desolación tras la muerte de la esposa. El dolor desgarrador que produce en Machado el fallecimiento de Leonor hace que ésta aparezca explícitamente en algunos de los poemas de Campos de Castilla.
Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.
La muerte de Leonor sume a Machado en una gran depresión y abandona Soria para trasladarse a Baeza, donde vivirá con su madre y se reencontrará con su Andalucía natal. El tema de la esposa muerta y de la consecuente soledad del poeta es muy recurrente en los poemas escritos en Baeza, donde Machado se traslada al poco tiempo del entierro de Leonor.
Machado se dedica en estos años a la enseñanza y el estudio. La Andalucía que encuentra el poeta en su estancia en Baeza no se corresponde con la tierra andaluza de sus recuerdos infantiles. La mirada crítica de Machado sobre esta Andalucía provinciana, atrasada y analfabeta se refleja en sus escritos de estos años.
En esta época, comienza la redacción de Los complementarios, cuaderno de apuntes editado tras su muerte. En 1917, publica una antología de su obra poética (añadiendo a Campos de Castilla algunos poemas escritos desde Baeza) y sus Poesías completas. En este mismo año, conoce a Federico García Lorca.
En Campos de Castilla, Machado conjuga el influjo de sus experiencias vitales y de las tierras de Soria. El poeta encara la realidad externa a través de su visión de Castilla, y así realiza el análisis histórico de la decadencia española. Además, introduce otros temas de índole personal, como su experiencia directa con la muerte a través del fallecimiento de su esposa, las impresiones que le provocan el retorno a su Andalucía natal o el impacto del paisaje sobre sí mismo.
Respecto a su experiencia directa con la muerte a través del fallecimiento de su esposa, el tono melancólico, predomina en los poemas que evocan el recuerdo de Leonor, que reaparece a través del paisaje soriano y la naturaleza. Escrito desde Baeza, “A José María Palacio” se trata de una carta ficticia con clara intención literaria en la que el poeta se dirige a su amigo José María Palacio, pariente de Leonor, en Soria. Con un lenguaje sencillo, el poema se elabora en torno a la idea del renacer de la naturaleza con la llegada de la primavera, y el recuerdo que el poeta guarda de las modificaciones que esta época del año producen en la tierra castellana.
A JOSÉ MARÍA PALACIO
Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...
¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?
Aún las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.
¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá, en el cielo de Aragón, tan bella!
¿Hay zarzas florecidas
entré las grises peñas,
y blancas margaritas
entre la fina hierba?
Por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.
Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.
¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?
Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,
¿tienen ya ruiseñores las riberas?
Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra...
Tras doctorarse en Filosofía y Letras, Machado se traslada a Segovia a desempeñar su cátedra en 1919. La actividad cultural del poeta sevillano en esta etapa es frenética. Participa en las actividades de la Universidad Popular para acercar la cultura a aquellos que tienen menos acceso a ella. Progresivamente, el autor produce más textos ensayísticos y de crítica literaria, en detrimento de la escritura poética. A pesar de esto, en 1924 aparece un poemario titulado Nuevas canciones, con textos escritos en la etapa de Baeza y de Segovia, y en 1926 se publica De un cancionero apócrifo. También en estos años, comienza a escribir obras de teatro junto a su hermano Manuel, como Juan de Mañara (1927) o La Lola se va a los puertos (1929).
En 1928, fue elegido miembro de la Real Academia Española y conoció a la poetisa Pilar Valderrama, Guiomar en sus últimos poemas amorosos, con la que vivió una relación amorosa que mantuvieron en secreto durante varios años.
En 1932, le es concedido un puesto como profesor en el Instituto Calderón de la Barca de Madrid (actual Instituto Cervantes), manteniendo una agitada vida cultural en la capital. Escribe durante estos años textos en prosa que posteriormente serán recogidos en los apócrifos Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo y Abel Martín.
Al comenzar la Guerra Civil, Antonio Machado se encontraba en Madrid. Tomó partido por el bando republicano, y dejó constancia de ello a través de su participación en actividades culturales y colaboraciones en revistas de ideología izquierdista. En 1937 publicó La guerra, una obra que reunía prosas y versos de tipo circunstancial y político sobre la contienda española. Se trasladó a Valencia con su familia, y desde allí a Barcelona, para terminar exiliándose en 1939. Durante el camino hacia el exilio con su madre, ambos muy enfermos, la muerte le sorprendió un Collioure (Francia).
Aporta Información del contexto social que permite conocer más al personaje de Machado.
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