Fuente: abretelibro.com[/caption]
En el último cuarto del siglo XIX la Revolución Industrial en Inglaterra y, más tarde, en otros países europeos, produce un gran desarrollo económico e industrial en el continente. En el terreno de la filosofía se producen varios cambios a lo largo de este periodo. Se distinguen principalmente dos corrientes: el pensamiento marxista y el positivismo. La primera propone la filosofía como herramienta útil para la transformación del mundo basándose en los planteamientos socialistas. El positivismo surge como reacción al movimiento romántico, considerando la experiencia como el origen del saber y la observación como método de conocimiento.
La ciencia también postula el experimentalismo como base del saber, con Claude Bernard como máximo exponente. Además, las teorías de la herencia y el evolucionismo repercuten con fuerza en la ciencia de la época, a través de las investigaciones de teóricos como Gregor Johann Mendel y Charles Darwin. En el último cuarto del siglo XIX la literatura reflejó el progreso científico e intelectual de esos años con el surgimiento del realismo y el naturalismo.
[caption id="attachment_439" align="alignright" width="220"] Pedro Antonio de Alarcón.
Fuente: Wikipedia[/caption]
El realismo es la corriente literaria predominante en la época y se caracteriza por retratar la realidad con exactitud y reflejar la vida burguesa de forma objetiva. La observación de la realidad es, por tanto, la base fundamental de esta corriente que plasma la vida a través de descripciones verosímiles entremezcladas con el pensamiento del autor con la finalidad de influir con su opinión en los lectores. El más prolífico de los autores realistas fue Benito Pérez Galdós, aunque otros, como Pedro Antonio de Alarcón o José Mª de Pereda, engrosan la nómina de escritores realistas.
El naturalismo, de origen francés (nació en 1880 en manos de Émile Zola), lleva al extremo los preceptos realistas. Su fundamento es el método científico: está unido a las ideas de la filosofía de la ciencia, a las ciencias experimentales y al utilitarismo sociológico del progreso y la evolución. Además, está ligado al determinismo: el hombre se encuentra limitado por causas fisiológicas y de herencia genética. Las novelas naturalistas suponen una variante del realismo, a través de las cuales se explican las leyes que rigen el comportamiento humano. En ellas se ponen en práctica los métodos de experimentación que utiliza el científico.
A través de la observación, la documentación, el análisis y la lógica, autores como Emilia Pardo Bazán (que definió el naturalismo en La cuestión palpitante en 1883), Galdós y Leopoldo Alas, “Clarín”, son prolíficos en este tipo de novelas, y gustan de recrearse en ambientes sórdidos y desagradables a través de personajes poco usuales.
[caption id="attachment_437" align="aligncenter" width="644"] Emilia Pardo Bazán.
Fuente: ABC[/caption]
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