Seguramente todos conocéis el poema "A un olmo seco" de Antonio Machado, incluido en su obra Campos de Castilla, pero ¿en realidad era la intención del autor dedicarle una poesía a un olmo seco? En Apuntes de BABEL sabemos que no, y aquí veremos qué hace de este poema un desgarrado canto a la esperanza.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Campos de Castilla contiene una serie de poemas en los que, directa o indirectamente, se alude a Leonor, esposa de Machado, de la cual el poeta sevillano se siente profundamente enamorado. Enferma de tuberculosis, Machado cuida de ella, albergando siempre la esperanza de una improbable recuperación. Esta esperanza se refleja en la obra del poeta, que amalgama su dolorosa experiencia vital con el paisaje castellano que descubrió en Soria.
El máximo exponente de este llamamiento a la esperanza está constituido por el poema “A un olmo seco”, fechado en mayo de 1912 (Leonor morirá en agosto de ese mismo año). El poema gira en torno a la descripción de un viejo olmo situado en las orillas del río Duero. Gracias a la llegada de la primavera, han florecido algunas hojas en el árbol seco, castigado por el paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas.
La primera parte del poema es en realidad un soneto. En él, rebosante de sustantivos y adjetivos, aparece la presentación del olmo a la que alude el título. Machado describe la situación y el entorno que rodea al árbol, así como el decrépito estado del mismo, mencionando la aparición de unas nuevas hojas verdes. La identificación del olmo con la muerte es inevitable, sobre todo cuando se compara con los álamos, asociados a la vida en otros poemas de Campos de Castilla.
La segunda parte, que comienza tras el soneto, abarca el resto del poema a excepción de los últimos versos. El yo poético cambia de tono para dirigirse en segunda persona al árbol y comunicarle su deseo de dejar constancia de la maravilla de sus nuevas hojas verdes. Sin embargo, antes baraja distintas posibilidades para la próxima destrucción total del tronco.
La clave para la comprensión global del significado del poema reside en los tres últimos versos, en los que el autor conecta con el árbol a través del milagro de la naturaleza:
“Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.”
Estas palabras, despojadas de toda retórica, no hablan ya del olmo, sino de la esperanza que el poeta mantiene de que la vida se imponga a la muerte en su esposa mortalmente enferma, cambiando por completo el enfoque de todo el poema.
Machado, que ve apagarse la vida de Leonor, proyecta su espíritu en el paisaje castellano en un afán de superar el temor a la muerte.
Yo descubrí con este poema a Machado, y, aunque suene un poco exagerado, probablemente también a la poesía. Estaba en segundo de bup y supe que la poesía no hablaba de florecitas, pájaros ni árboles. Que hablaba de mí. De todos nosotros. El flechazo fue instantáneo.
ResponderEliminarGracias por recordármelo hoy. Veo que estás empezando con el blog, lo que he podido ver hasta ahora me parece muy interesante.
Un saludo.
Muchas gracias por tus palabras, Miguel. En absoluto me parece exagerado que conocieses la poesía a través de una figura como Antonio Machado. El estilo sencillo de su poesía (aunque solo sea en apariencia) y la interacción de distintas disciplinas (metafísica, política, estética, historia…) convierten su obra en un excelente punto de partida para realizar una aproximación a otros autores y tendencias.
EliminarMe alegra mucho que esta entrada te haya traído a la memoria esos primeros contactos con la poesía. Machado es, particularmente, uno de mis poetas de cabecera, y espero que, con el paso del tiempo, podamos hablar mucho más de él en este joven blog.
Un saludo.