lunes, 7 de marzo de 2016

Reseña de La Resistencia, de Ernesto Sabato


 
La Resistencia es una obra de Ernesto Sabato donde se recogen cinco cartas en las que el autor se ensaya sobre el papel del hombre en la crisis de nuestro tiempo. A lo largo de las cinco cartas, Sabato plantea y desarrolla las causas y los efectos de lo que para él es la gran crisis de la sociedad actual: la desvalorización de lo cotidiano y la esclavitud económica a la que está sometida el hombre, conducido irremediablemente a la masificación, al automatismo y a la deshumanización.


Desde un pesimismo radical, el autor reclama la utopía desde una perspectiva humanista: propone soluciones para evitar que la globalización cosifique al ser humano. Para ello, se vale de recuerdos personales (por ejemplo, la evocación de la madre es útil para ilustrar la incomunicación), Buenos Aires sirve como paradigma de las grandes ciudades del mundo desarrollado, menciona personajes o hechos históricos (Hitler, la Conquista), reelabora la idea nietzscheana del arte y la creación como salvación, y alude constantemente a otros autores que, como él, habían hecho literatura del pensamiento, como Sartre o Camus.


Aunque el ensayo se componga de cinco cartas, no se obtiene el resultado que pretende el autor si se lee alguna de ellas por separado, ya que se perdería la visión de conjunto que otorga una lectura completa de la obra. Cada una de las diferentes cartas, con su respectivo título, se centra en un tema, que es el que se analiza en cada parte, pero a la vez, temas secundarios se intercalan con este tema principal y aparecen interrelacionados a lo largo de las cinco cartas. Al final, podemos comprobar que la estructura del ensayo está constituida por una serie de temas dispuestos como pequeños engranajes que, una vez puestos en marcha, funcionan como un todo.

Precisamente como el mecanismo de estructuración de la obra es como Sabato habla del hombre en la decadente sociedad occidental: la globalización ha hecho del ser humano una pieza más de la maquinaria que mueve la sociedad. Perdidos sus rasgos característicos (los valores humanos), y como consecuencia de la masificación y el capitalismo, el hombre es cada vez menos humano para convertirse en un clon del resto de los trabajadores autómatas esclavos de la tecnología.

Esto ha conducido a los hombres a la incomunicación, a la ausencia de diálogo, a la falsa creencia de que los otros no son necesarios. Viven y trabajan automáticamente y tienen miedo de la libertad, una libertad otorgada por la democracia que les permitiría recuperar los afectos perdidos (para Sabato, la democracia es el único régimen político compatible con la dignidad del hombre).

Tampoco parece haber esperanza para las nuevas generaciones: la escuela, situada al mismo nivel que la televisión y los medios de comunicación, sólo fabrica profesionales, idólatras de la tecnología; cuando en realidad el papel de la educación debería ser el de inculcar fortaleza espiritual a los jóvenes. Así, con esa fortaleza de espíritu y esa recuperación de los principios humanos, es decir, con la resistencia, el ser humano volverá a creer en esos valores que se están perdiendo.

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