Oliverio Girondo. Fuente: abrocomillas.com.ar |
Oliverio Girondo es un poeta vanguardista nacido en Buenos Aires. Colaboró en revistas ultraístas argentinas como Proa o Prisma y fue uno de los fundadores de la revista Martín Fierro. Se relacionó con artistas como Salvador Dalí, Federico García Lorca, Jorge Luis Borges, Ramón Gómez de la Serna o Pablo Neruda.
Girondo practicó la literatura vanguardista hasta mucho tiempo después del auge de las Vanguardias históricas. Desde sus primeros poemarios hasta el final mismo de su obra, transgredió el lenguaje para buscar un decir que fuese puramente poético y que pudiese mencionar lo indecible por la poesía escrita hasta ese momento. Así fue como se convirtió en una de las voces más potentes de América.
Oliverio Girondo nació en 1981 en Buenos Aires (Argentina). Haber nacido en el seno de una familia adinerada le permitió realizar numerosos viajes por Europa durante su infancia y su juventud. Estudió en Inglaterra y Francia, para volver después a Buenos Aires, donde se licenció en Derecho. Durante el resto de su vida, realizó viajes alrededor de todo el mundo mientras su estado físico se lo permitió (en 1961 quedó físicamente inválido a causa de un accidente, y murió seis años más tarde, el 24 de enero de 1967).
Sus primeras obras, Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (con ilustraciones realizadas por el propio poeta) y Calcomanías, aparecen en 1922 y 1925, respectivamente. En estos primeros poemas, aunque vanguardistas, el poeta no trastoca aún el lenguaje como lo hará en sus últimas obras, pero sí juega con él. Pretende un acercamiento irónico a la vida urbana que había conocido durante sus viajes. Lo cotidiano se convierte en protagonista en sus primeros versos, y, a través de la metáfora y el humor (influído por Gómez de la Serna y Apollinaire), su poesía resulta fresca, provocadora, y, en ocasiones, irreverente.
Además, durante esos años, participaba muy activamente en revistas argentinas ultraístas de renombre y mantenía contacto con algunos de los intelectuales de la época. Será en un almuerzo con otros literatos donde conoció también en esta época a Norah Lange, con la que contrajo matrimonio años más tarde.
En 1932, publica Espantapájaros, su poemario más personal. Para la promoción de esta obra, Girondo se valió de una estrategia publicitaria que reflejaba su visión del arte: la creación artística es efímera; el arte muere, pasa de moda, en el momento mismo de la concepción de la obra. El poeta ordenó realizar un espantapájaros de grandes dimensiones, a imitación del dibujo que aparecía en la portada de su obra, y lo paseó por Buenos Aires en una carroza fúnebre el día de la presentación del libro. Varios caballos, coronas de flores e incluso algunos lacayos acompañaron al enorme espantapájaros durante el recorrido. La primera edición de Espantapájaros se agotó en menos de un mes.
Con un lenguaje expresionista, los versos de Espantapájaros se adentran en la oscuridad y la perturbación del yo, sin dejar nunca el humor poético de lado. Girondo se fija aquí en lo insignificante, en los instintos, en lo agresivo. A través de una gran carga de surrealismo e imaginación, el poeta espanta los límites establecidos por la tradición e invita al lector a jugar y a divertirse con sus textos.
En los años que siguen a la publicación de Espantapájaros, aparecen sus obras Interlunio (1937), Persuasión de los días (1942) y el poema Campo nuestro (1946). Sin embargo, no será hasta 1953 cuando aparezca En la masmédula, donde Girondo habla con su voz más auténtica.
En la masmédula.
Por la fecha de publicación, esta obra queda fuera del perímetro temporal de la vanguardia histórica, pero Girondo se mantuvo fiel a esta tendencia más allá de sus límites cronológicos.
El poemario es esencialmente existencialista. Tras el impacto que supuso para él el drama de la Segunda Guerra Mundial, Girondo abandona el humor y se centra en comunicar el caos y el desgarramiento en que vive el hombre moderno (por este motivo, en ocasiones se ha relacionado con Trilce, del peruano César Vallejo). Se trata de una existencia rebajada donde las cosas carecen de totalidad. El yo y la nada son protagonistas en la obra, y aparecen continuamente en relación con el cansancio y la incomunicación. A lo largo de toda la obra, se pone de manifiesto un sentimiento de insatisfacción vital.
También aparece el tema de la muerte, una muerte que es afrontada sin miedo, con realismo, y sin ninguna esperanza en otra realidad como esta.
Girondo opta por el verso libre sin signos de puntuación, empujado por su deseo de liberarse de las formas. La irracionalidad, el océano, la noche y el trance son las imágenes más frecuentes. Todas ellas son imágenes superrealistas, muy presentes en toda la obra del poeta.
El protagonista absoluto de En la masmédula es el lenguaje: Girondo busca formas nuevas de expresión que superen el lenguaje corriente, y propone una alternativa radical: un idioma puramente poético, es decir, un lenguaje expresamente creado para la poesía, con sus propias estructuras y sus propias asociaciones fonéticas, semánticas y simbólicas.
Por lo tanto, crea una gramática y un vocabulario nuevos:
Elimina el sujeto y el verbo principal de las oraciones,
Enumera caóticamente,
Produce nuevas palabras compuestas como “intrafondo”, “podrelengua” o “diosemen”.
Utiliza palabras en inglés, sobre todo relacionadas con la moda, como jumpers, blazers o los pantalones vaqueros “Far-West”.
Hace uso de la adjetivación doble, como en el caso de “espera ausencia”.
Aparecen sonidos guturales que se asocian con nuevos significados: metafisirrata, erofrote.
Otro procedimiento recurrente en esta obra es la saturación: el poema se construye en torno a una palabra que se repite y lo llena. Es el caso del poema “Yolleo”, en el que Girondo satura el poema de “yoes” para burlarse del egocentrismo.
Eh vos
tatacombo
soy yo
dí
no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé y tanto
desde el yo mero mínimo al verme yo harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre yollando y yoyollando siempre
por qué
si sos
por qué dí
eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
y hasta cuándo
Toda la obra está impregnada de un hartazgo fundamental: el yo carece de respuestas, y esta incomunicación vital le hace plantearse la inutilidad de vivir. Es decir, se insinúa la necesidad de encontrar un sentido a la existencia, pero se siente lo absurdo de la búsqueda. Sin embargo, se deja entrever una esperanza: la intuición existencial de un yo que pondrá al hombre en el camino de una totalidad. Esta esperanza hace que la lectura de En la masmédula sea finalmente una lectura optimista.
Por lo tanto, Girondo no se queda en la médula, si no que va más allá, hasta la masmédula, es decir, se sitúa en la nada para justificar su acto de creación.
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